Contenido
Incluso las personas que tienen unos ingresos aparentemente estables, por llevar mucho tiempo trabajando en una misma empresa u organismo, por ejemplo, pueden ver alterar sus finanzas cuando menos lo esperan. Más pasa aún con los gastos, aunque se tengan ciertos gastos recurrentes pueden aumentar o surgir nuevos en cualquier momento.
La importancia de realizar un presupuesto
Lo primero que debemos hacer es desterrar la idea de que un presupuesto solo se debe realizar para aquellos con rentas importantes o en caso de dificultades económicas. Todo lo contrario, debe ser una herramienta fundamental de gestión de finanzas personales al confluir tanto los ingresos como los gastos en un único documento.
Creado con el creador de infografías Venngage. Fuente de información: Finbino.com
Ingresos
Hay que anotar todos los ingresos, pero de forma clara y diferenciada:
- Ingresos recurrentes, que se repiten cada cierto tiempo, diferenciándolos por su tipología diferenciando los ingresos de trabajo, pensiones, ganancias del autónomo, de otros como rentas de inversiones, de alquileres, etc. que aunque también se reciban cada cierto tiempo están sujetos a otros tipos de cambios.
- Ingresos extraordinarios: Todos aquellos que tenemos previstos, pero que suceden ocasionalmente. Aquí es importante además de diferenciarlos por su tipo prestar especial atención a la cuantía, especialmente aquellos de gasto más elevado. Esto nos permite, por ejemplo, hacer una previsión de su distribución a lo largo del tiempo (periodificarlos) y así cubrir ciertos gastos.
Gastos
Suele ser la partida más problemática de analizar y más costosa, pero la más importante en cuanto es la que suele modificar con mayor frecuencia.
En este caso debemos diferenciar entre:
- Gastos obligatorios fijos: Son los que varían poco o se actualizan pasando cada cierto tiempo con lo que incluso en el peor de los casos, que lo hagan al alza, permiten más tiempo de adecuarse, teniendo en cuenta que son gastos no sustituibles. Entre estos destacan cuotas de alquiler, pagos de préstamos incluidas la hipoteca, etc.
- Gastos obligatorios variables: En esta categoría se incluyen principalmente los gastos en servicios básicos como alimentación, ropa, luz, agua… La mayoría de ellos, aunque con diferencias a lo largo del año, suelen tener un gasto medio que no varía demasiado, pero sí que pueden ajustarse en mayor o menor medida.
- Gastos no obligatorios: En esta categoría se incluyen principalmente los destinados al ocio o partidas similares que son las que más fácilmente podemos sustituir.
¿Qué buscamos con un presupuesto?
La principal es buscar siempre, como mínimo, el equilibrio entre ingresos y gastos. Si es posible, a la hora de gestionar tus finanzas personales es positivo intentar siempre que haya un cierto superávit, que los ingresos superen los gastos, y que este se transforme en ahorro para imprevistos.
Si no es posible siempre se puede recurrir a financiación como los préstamos urgentes, para hacer frente a estos gastos imprevistos, pero incluso en estas circunstancias es imprescindible tener el presupuesto lo más equilibrado posible y poder hacer ajustes que lo permitan.
No hay que olvidar que todos los préstamos, incluidos los créditos gratis sin intereses, tienen un compromiso de cobro y devolución, por lo que si tenemos un déficit o problema de ingresos hay que buscar soluciones a largo plazo en las que el ajuste es siempre fundamental.
Todo ello teniendo en cuenta que el presupuesto cambia continuamente a medida que lo hace cualquier partida de ingresos y gastos. Un presupuesto no real, o que sea imposible de cumplir no vale para nada, por lo que ajústate siempre a esta, aunque sea dura y complicada.
Gestión de gastos: tarjetas de crédito
Uno de los puntos más problemáticos a la hora de gestionar las finanzas personales lo tenemos en las tarjetas de crédito.
Las tarjetas de crédito son un instrumento de pago y financiación con una serie de ventajas muy importantes, que se resumen en disponer de un crédito, hasta un límite estipulado por la entidad que concede la tarjeta, que se puede usar al instante tanto para comprar directamente productos o servicios, como también para sacar dinero en efectivo.
Todo ello permitiendo la devolución con diferentes formas de pago:
- Abonando la totalidad de todas las compras o efectivo dispuesto a final de mes o en el momento prefijado con la entidad.
- Fraccionando los pagos en cuotas fijas, en las que conoces el importe y el tiempo que tardarás en pagarlo.
- Pagando una cantidad fija con independencia de la deuda que se tenga.
- Pagando un porcentaje de la deuda, también sin relación con la cantidad que se debe, salvo que se cubra un porcentaje mínimo. En este caso siempre se estaría pagando y el plazo se alargaría de forma importante, especialmente si se eligen importes mínimos.
Este tipo de financiación choca, por ejemplo, con los minicréditos, los cuales buscan también cubrir pequeñas deudas puntuales, pero lo hacen conociendo de forma anticipada su coste y minimizando su impacto financiero, al devolverlo en muy pocos días.
Por ello, a la hora de gestionar las deudas con tarjeta es importante seguir estos consejos:
- Tener siempre un control de tu deuda pendiente ya sea por extractos mensuales o haciendo un seguimiento online de las mismas.
- Procurar elegir fórmulas en las que conozcas lo que pagas, como importes fijos o fraccionando gastos y compras.
- Pagar siempre lo máximo que permita tu presupuesto familiar.
Ahorro e imprevistos
Generar un colchón de ahorro para cubrir imprevistos debe ser uno de nuestros objetivos principales. No es fácil, actualmente más de 6 de cada 10 españoles no ahorran según datos del Banco de España, lo que les hace, aun existiendo métodos de financiación para cubrirlo, más vulnerables.
Para poder “forzar” este ahorro tan beneficioso podemos utilizar distintas fórmulas, siendo la más sencilla el considerarlo como obligatorio, es decir como si fuera un gasto como un recibo al que a la fuerza tengamos que destinar un dinero que prefijamos. Para lograrlo hay que tener en cuenta estos pasos:
- Determinar una cuantía objetiva de ahorro mínima, cuyo destino principal sea financiar imprevistos o pequeños gastos.
- Si no se tiene ahorro previo, establecer un plazo en el que conseguir este ahorro mínimo, y en el que debemos ser los más estrictos posibles para conseguirlo lo antes posible.
- Establecer la cuota mínima que cada mes debemos destinar para conseguir este ahorro.
- Analizar ingresos extraordinarios, como pagas extra, y ver si en que cuantía es posible destinar este dinero a ahorro.
- Si se retira dinero para cubrir algún gasto volver a analizar la situación para intentar volver a ese nivel de ahorro mínimo.
Sobre el destino del ahorro, todo lo que tenga como fin cubrir imprevistos debe usarse principalmente en productos financieros que permitan la máxima liquidez sin penalizaciones. Es cierto que las circunstancias actuales conllevan que los tipos de interés están cerca del 0% e incluso en posiciones negativas, pero no debemos olvidar que el objetivo de este ahorro no es ganar dinero, sino conseguir que tengamos disponibilidad casi inmediata para realizar pagos que en muchos casos pueden ser urgentes.
En este sentido, a partir de haber cubierto este “colchón” financiero si se puede pensar en otro tipo de ahorro a más medio y largo plazo con objetivos de inversión en la medida en que su objetivo ya es conseguir una rentabilidad para cuando se necesite en el largo plazo (por ejemplo, para la jubilación), el importe a recuperar sea mayor.
Cómo gestionar la financiación en tu presupuesto
Como hemos dicho, muchas veces este ahorro es imposible. Es en este momento en el que entra en juego la financiación. Pedir un préstamo online es ahora más fácil que nunca, siendo de gran ayuda los comparadores en cuanto nos permiten ver rápidamente las mejores opciones por tipo de préstamo, especialmente por la cantidad que necesitemos, e incluso poder usar calculadoras para estimar su coste.
Ante esto tenemos dos formas de hacerlo principalmente, ambas muchas veces chocantes:
- Pagarlo lo antes posible: Esto conlleva pagar menos intereses al reducirse el plazo, pero supone un mayor esfuerzo financiero en cuanto hay que pagar más cada cuota, algo muchas veces incompatible cuando se tiene un problema financiero.
- Pagar cuanto menos posible al mes: Esta fórmula nos permite un mejor ajuste a nuestro presupuesto, pero al alargar el plazo de la deuda tiene como consecuencia que el coste global, medido en intereses sea más alto.
La solución es intentar equilibrar ambas tendencias: pagar lo máximo que permita el presupuesto, pero sin que suponga un problema para tu economía diaria.
Además, es importante que nos fijemos en otros aspectos importantes que nos ayudan a gestionar también la financiación como son:
- Existencia de posibilidad de cancelación parcial o total del préstamo antes del plazo, lo cual permite que si se mejora la situación financiera se anticipe el gasto, y con ello se reduzcan gastos.
- Por el contrario, pero también ventajoso, es también tener posibilidad de carencia (ya sea de intereses o de capital) o de prórroga, como ocurre en muchos minicréditos. Esto nos permite aminorar cuotas o posponer pagos en caso de que tengamos alguna dificultad económica y que esta se derive en incurrir en otros costes de demora.
- Si no podemos hacer frente a la deuda incurrimos en impago lo que supone pagar unos costes muchos más elevados, que van desde intereses de demora al cobro de comisiones por reclamación, analiza siempre cuáles son estos gastos e intenta no llegar a los mismos, realizando si es posible un pacto de pago con la entidad financiera, aunque este pago sea parcial.
En definitiva, la gestión correcta de tus finanzas personales es la mejor forma para, por un lado, conseguir un equilibrio que, o permita poder hacer frente a cambios e imprevistos, o que sea la puerta para que puedas solicitar financiación, ya sea para cubrir cualquier tipo de proyecto o algún gasto inesperado.